jueves, octubre 11, 2007

El Estado y la seguridad

Es interesante observar cómo la humanidad sigue siendo la misma a pesar del paso del tiempo. Leyendo a los clásicos de la teoría política, uno llega a la conclusión de que sus problemas son los nuestros, de que lo que ellos padecieron, experimentaron y, por ende, intentaron solucionar, tiene grandes coincidencias con lo que ahora padecemos, experimentamos y, por ende, intentamos solucionar. La sociedad sigue siendo el resultado de esa extraña mezcla de razón y deseo.

Al respecto, un tema: el de la seguridad. En 1651 Thomas Hobbes, filósofo inglés nacido en 1588, justificaba la creación del Estado –o Leviatán—al afirmar que era más provechoso para los humanos ceder parte de su libertad individual con el fin de crear esta figura que seguir en el estado de naturaleza, es decir en el de la guerra de todos contra todos. ¿La razón? Sólo de esta forma se aseguraba la vida y la seguridad de las personas y sus bienes o, al menos, se reducía el riesgo sobre los mismos.

A pesar de que este autor ha sido vinculado sistemáticamente con el Estado absolutista, el objetivo de Hobbes era demostrar por qué convenía más a la sociedad contar con un Estado fuerte que vivir en el caos. En su opinión, a través de dicho ente, creado por un contrato social, la existencia de las personas podía ser menos miserable e inestable, tal y como sucedía en la anarquía. Así, la legitimidad, la razón de ser y el fin último de dicho Estado era la de dotar de seguridad y orden a la convivencia humana.

Todo esto viene a colación porque esta mañana he asistido a la presentación de las iniciativas de ley con las que el gobierno de Felipe Calderón pretende recuperar la paz, la seguridad y el orden en el Estado mexicano.

En la víspera de los primeros 100 días de gobierno se busca cumplir uno de los compromisos que el Ejecutivo asumió en su discurso del Auditorio Nacional, en aquel aciago viernes 1 de diciembre de 2006. Como se recordará, en aquella ocasión instó a las dependencias vinculadas con la seguridad del país (PGR, SEGOB, SSP, entre otras), a plantear alternativas para recuperar eso que Hobbes identificaba como la esencia del Estado: la seguridad y la paz.

Lo que Calderón ha planteado es reformar la Constitución para promulgar un Código Penal Único para todo el país, dotar de facultades de investigación a la Policía Federal y dar autonomía al Ministerio Público, entre otros temas. Todo dirigido a que el Estado mexicano "garantice la seguridad pública y ponga un alto a la delincuencia".

Ahora, volviendo a Thomas Hobbes, en su obra también deja claro que lo importante no sólo es el establecimiento de normas o leyes de convivencia, sino que exista algo que garantice su aplicación. "Los pactos de los hombres deben estar basados en la espada", se puede leer en alguna línea de su obra Leviatán. En efecto, podemos definir, escribir, modificar, derogar, innovar, generar o hasta inventar códigos de conducta, leyes, reglamentos, marcos jurídicos, pero si estos no cuentan con el factor de operatividad sólo quedarán en eso, en palabras.

Pensemos en un caso que se ha convertido en paradigmático y aleccionador al mismo tiempo: el de la separación de la basura. Desde hace algunos años se ha dispuesto que apilar los residuos orgánicos e inorgánicos en recipientes diferentes es una obligación en la Ciudad de México. De acuerdo. Nos beneficia por cuestiones ambientales, de salud y hasta económicas. En los hogares se han cambiado algunos hábitos y nuestra conciencia ecológica se ha fortalecido En contraste, todo se viene abajo cuando aparece el camión de la basura y los trabajadores de limpieza meten las dos bolsas con indiferencia en el mismo contenedor. Frente a esto, ¿para qué nos sirve dicha ley?

Como he mencionado, Felipe Calderón ha realizado este acto en la víspera de sus primeros 100 días de gobierno, periodo en el que ha centrado sus esfuerzos en enviar un mensaje a la población de que su prioridad es el combate al crimen organizado. Su estrategia ha demostrado ser exitosa hasta el momento. Sus niveles de aprobación social se mantienen estables frente a lo que parecía una misión imposible desde su toma de posesión. Sin embargo, se trata de una tarea larga y complicada, cuya calificación requiere ir observando los resultados tangibles de las acciones.

Al final, lo que sigue llamando la atención es esa búsqueda eterna de la humanidad: convivir de manera civilizada. Es decir, manejar nuestra razón y nuestro deseo. Y, a la fecha, esto sigue pasando por la presencia del Estado. O como ha afirmado el profesor Rafael Segovia: si la vida con el Estado es difícil, sin él es imposible.


El Guardián, marzo 10, 2007.

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