martes, octubre 09, 2007

Los otros partidos (II)

La entrega anterior abordé el tema de los partidos políticos que, sin estar instalados en la picota de la contienda presidencial, se han asegurado su permanencia y la obtención de prerrogativas por el hecho de pertenecer a una alianza o coalición. Es el caso de los partidos del Trabajo y Convergencia, ambos aliados del PRD en la postulación de Andrés Manuel López Obrador, así como del Verde Ecologista de México, integrante de la Alianza por México que apoya a Roberto Madrazo. Aunque estos tres partidos no aparezcan con regularidad en los medios, no debe olvidarse que también forman parte de los ocho que actualmente se encuentran registrados ante el IFE.

De ese total, aún quedan dos por explorar. Son los casos de los partidos Alternativa Socialdemócrata y Campesina (PASC), y Nueva Alianza (PANAL). Es interesante analizar un poco su desempeño en los últimos meses porque, de acuerdo a una breve revisión, arrojan resultados dignos de consideración dentro de la incipiente democracia mexicana.

En primer término, veamos al PASC. Este partido es la tercera versión de lo que sus fundadores e integrantes han intentado denominar como “nueva” izquierda. Algunos de sus miembros históricos formaron parte de lo que, bajo esta lógica, sería la “antigua” izquierda, es decir del PRD. En general, la fórmula se ha repetido sistemáticamente: imposibilidad de postulación más negativa de ascenso en la estructura da como resultado buscar fortuna por cuenta propia. Por supuesto, este no ha sido el caso de todos. Pero es una referencia importante para comprender cuál es el origen y cuáles son las motivaciones de esta organización.

El intento inicial fue el Partido Democracia Social, creado para las elecciones del año 2000. Pese a la buena impresión que causó en el debate presidencial su entonces candidato, Gilberto Rincón Gallardo, el PDS no alcanzó el dos por ciento de votación nacional requerido en la normatividad electoral. Tres años después, una nueva variante se presentó en los comicios intermedios. Ahora el nombre había cambiado a México Posible, no así los personajes ni el resultado.

Sin embargo, la persistencia parece ser la principal virtud de este grupo. Por ello, para las presidenciales que estamos viviendo se han reorganizado con el fin de obtener, de una buena vez, ese ansiado dos por ciento de los sufragios. Con este objetivo en la cabeza, el PASC realizó algunas estrategias que, por algún momento, hicieron dudar de que realmente era una “alternativa”. La más notoria fue el intento de albazo por parte del ala campesina, quienes buscaron postular a Víctor González, mejor conocido como la botarga “Simi”, como su candidato presidencial, a pesar de tener una candidata oficialmente registrada en el IFE. Ante esto, la izquierda de “avanzada” se vio envuelta en los mismos problemas de los partidos que –afirman—sustituirán, por ejemplo, el acarreo, las pugnas internas, los madruguetes y los escándalos mediáticos.

Una vez superados –al parecer—estos conflictos, su candidata presidencial, Patricia Mercado, ha continuado con relativo éxito su campaña política. Su discurso se ha enfocado en las mujeres, en los jóvenes y en las élites académicas de este país. Al parecer, por fin tendrán un resultado favorable. Las últimas encuestas la colocan con cuatro por ciento de preferencias electorales.

Sin embargo, más allá de lo anterior, lo que realmente importa es la contribución que este partido pueda hacer a la democracia. Quizás la más importante es la que Lorenzo Meyer ha destacado con anterioridad: no gobernarán, pero enriquecerán el debate político.

En efecto, Mercado ha afirmado sin tapujos que ha consumido drogas suaves, que apoya el aborto y que simpatiza con las causas homosexuales, entre otros temas. ¿Por qué puede realizar estas afirmaciones sin causar escándalo? Porque no tiene ninguna posibilidad de ganar y, por lo tanto, este tipo de declaraciones son vistas como algo provocador, pero carente de relevancia.

Si alguno de los tres punteros manifestara su posición con la misma franqueza que la candidata del PASC, el impacto sería diametralmente opuesto. Es aquí donde se encuentra una de las conclusiones más importantes para la democracia mexicana sobre el asunto: estos partidos pueden ser innovadores respecto al discurso, pero sin contundencia en el ejercicio de gobierno. Es decir, son llamativos para la opinión pública y etéreos para la administración pública.

Finalmente, el caso del PANAL. Este caso sirve para ejemplificar la distancia que hay entre los políticos y los ciudadanos. Y esto no sólo se debe al escaso arraigo que genera este partido entre los votantes. No. Sirve para clarificar el hecho de que los ciudadanos comunes no sabemos bien a bien cuál ha sido la razón por la que se ha creado una organización de este tipo, es decir a qué intereses políticos responde, o bien, cuál es su misión, por efímera que pueda ser.

Los miembros de este partido saben que es difícil –si no es que imposible—obtener el registro. De hecho, retomando los últimos sondeos, Roberto Campa Cifrián, ex diputado priísta y candidato presidencial del PANAL, alcanzaba entre cero y uno por ciento de las preferencias electorales a dos semanas de los comicios federales. Sin embargo, su presencia responde a un objetivo. El punto a destacar es que, los ciudadanos que financiamos el sistema de partidos, no sabemos con certeza cuál es. Sólo tenemos suposiciones, rumores o simples dudas sin respuesta.

En las democracias, la existencia de múltiples partidos busca reflejar la pluralidad de las sociedades. En buena medida son un termómetro de la vitalidad de este sistema político. Entre más opciones existan, más posibilidades hay de que la ciudadanía pueda interesarse en alguna de ella con el fin de representar sus intereses. Sin embargo, esto también implica un riesgo: la presencia de partidos intrascendentes, sin expectativas de ejercer el poder y sin arraigo social, pero que cuestan.

Un buen antídoto sería el impulso a la creación de nuevos partidos, pero en su variante regional y estatal. Es decir, más cercanos, más perceptibles y más susceptibles de escrutinio.


El Guardián, junio 24, 2006.

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