jueves, octubre 11, 2007

Moleskine HCH (III)

Leo algunas notas periodísticas que generó el XII Festival de la Huasteca, el cual se realizó del 26 al 29 de junio en Huauchinango.

Desde la Ciudad de México Patricia Peñaloza escribe: "los versadores invadieron como pocas veces las calles empedradas. La rima y el falsete saltaron en cada esquina, en cada bolita de gente reunida aquí y allá, ya fueran integradas por avezados o espontáneos. La permisividad, dentro del festival, por parte de las autoridades locales, para ingerir alcohol en la vía pública, ayudó a expandir los sentidos durante tres noches, en que infantes y gente mayor saturaron entusiastas las tarimas de baile" (La Jornada, julio 30, 2007).

Lesly Mellado, en Puebla, señala que: "desde la histórica vendedora de elotes que diagnosticó que los huachis se habían puesto 'relocos', hasta Amparo Sevilla, alma del Festival de la Huasteca, que se declaró conmovida por el número de personas que congregaron los músicos, curanderos, artesanos e investigadores; todos hablaban sobre el estilo 'serranito' de bailar" (La Jornada de Oriente, julio 30, 2007).

Heriberto Hernández, un poco más emocionado, destaca: "algunos veracruzanos aseguraron, 'acá en Huauchinango valió madre el festival que se hizo en Pánuco; los tamaulipecos se sorprendieron, '¡nunca nos imaginamos que en Huauchinango se bailara tanto el huapango!'; los futuros organizadores del XIII Festival de la Huasteca, en el municipio de Xilitla, San Luis Potosí, asimilaron el festival de Huauchinango como un reto a superar en la edición que les toca encabezar: 'en verdad que estamos con la boca abierta, así nos tiene la gente de Huauchinango y a ver qué hacemos nosotros en Xilitla para no quedar mal'" (La Quinta Columna, julio 30, 2007).

Como puede apreciarse, el Festival tuvo éxito. Y no me refiero sólo a estos testimonios, sino a lo que se vivió en la Plaza del Ayuntamiento las noches en que se desarrolló el asunto. Yo estuve presente el sábado 28 y, en efecto, lo primero que llamó mi atención fue la gran cantidad de asistentes al recital. Uno de los comentarios que más escuché fue que aquello parecía la Feria del pueblo, pero no en su versión contemporánea, sino aquellas viejas ediciones que se montaban en las estrechas calles del Centro.

Otro punto a destacar de este acontecimiento es el potencial turístico que tiene Huauchinango. De esto se ha hablado en múltiples ocasiones, sin embargo, el Festival ha significado una especie de "redescubrimiento" . ¿A qué me refiero? A que mucha gente –sobre todo foráneos—confirmó la existencia de la ciudad y la variedad de atractivos que puede ofrecerle.

Durante años he escuchado, en especial al inicio de las administraciones locales, que es urgente impulsar el turismo en la región. De acuerdo. Los actos del fin de semana pasado demuestran que existe un mercado potencial de turistas interesados en asistir y que generarían importantes derramas de dinero a los proveedores de bienes y servicios (sólo habría que preguntar a los hoteleros y restauranteros, por mencionar un sector, qué tal les ha ido durante los cuatro días del Festival). Pero también para los locales ha sido satisfactorio comprobar que existe la capacidad de albergar eventos de estas magnitudes (con un poco de ayuda federal y estatal, claro).

Sin embargo, el último punto que pongo sobre la mesa me parece el más significativo. La nutrida asistencia a las actividades y a los conciertos demuestra con cierta contundencia el interés que existe por los actos culturales entre los huauchinanguenses. Algo así como el ansia por una oferta alternativa de pasatiempos o diversiones más allá de la vuelta al parque o el ingreso nocturno al catálogo de antros disponibles.

Lo anterior se refuerza con lo sucedido en junio de 2006: la presentación del libro Huauchinango haciendo su historia (INAH-CONACULTA, 2006), la cual se llevó a cabo en el recinto de la Sección 39 del Sindicato Petrolero con una asistencia y participación considerables.

¿Por qué es de llamar la atención esto? Porque, en primera instancia, uno pensaría que a la gente –sobre todo de Huauchinango— no le interesan los actos culturales. Los hechos están demostrando que sí existe cierta receptividad a la limitada oferta, quizás motivada por este factor, y que puede sacarse amplio provecho del mismo en el corto plazo.

Ambos acontecimientos –la presentación y el Festival—nos permiten afirmar que existen condiciones para fomentar este tipo de actividades en la ciudad. Pienso, por ejemplo, en inversionistas que monten –por fin—una sala de cine o en compañías que traigan obras de teatro, conciertos y exposiciones más allá de los días en que se desarrolla la Feria de las Flores. Algo que, sin duda, la población agradecerá.

Más allá de la derrama económica y la exposición mediática que representó el Huapango Fest para la ciudad, uno de los beneficios que nos ha dejado este acontecimiento es la confirmación de un potencial mercado cultural. Un dato duro que deben tomar en consideración las autoridades y los inversionistas.


El Guardián, agosto 4, 2007.

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