lunes, octubre 08, 2007

El facilitador y el cambio generacional

El domingo pasado se estrenó el programa Punto de Partida en el canal 4 de Televisa. Lo conduce la ex periodista de CNI Denise Maerker. Para captar la atención del auditorio dieron una larga entrevista con el ex presidente de México Carlos Salinas de Gortari, la cual ha sido muy comentada en los medios. No es para menos. Una infinidad de temas se pueden analizar de las declaraciones del político más controversial de los últimos años, del más activo, del más omnipresente y del –quizás—más influyente desde finales de la década de 1980.

La primera es que su poder es aún evidente. Por supuesto no es el mismo de aquel que tuvo y que ejerció durante su mandado. Pero es suficiente para causar revuelo en los medios tan sólo haber reaparecido en su nuevo papel de “facilitador” en Chalco y en Quintana Roo, o bien, para levantar toda una oleada de especulaciones sobre los motivos de su vuelta. La segunda es que sigue siendo un político profesional. Decir esto es ampuloso. Sin embargo, el tipo de respuestas que dio y, sobre todo, la manera en que evadía las incisivas preguntas de la Maerker son evidencia contundente de que Salinas es uno de esos políticos forjados en la línea de fuego. Conoce el poder, sabe utilizarlo y lo ejerce.

Para dimensionar lo anterior podemos observar las declaraciones de los políticos que han estado en la palestra durante la actual administración. Argumentos locuaces, puntadas, chistes y posiciones de medias tintas disfrazadas de aseveraciones políticamente correctas. En contraste, Salinas no sólo evadía y se deslizaba entre las preguntas (algunos podrán decir, con razón, que se trató de un ejercicio de cinismo político), sino que se daba el lujo de esbozar mensajes de advertencia a la reportera y de ironizarla.

Con esto no estoy tratando de hacer una apología de este economista. Al contrario. Lo que deseo destacar es que, en efecto, se trata de uno de los peores productos que haya podido surgir durante el largo periodo presidencial priísta en toda su historia, pero también que no es ningún improvisado o ingenuo. Al escucharlo uno se percata –de la peor manera—cuánto hemos perdido en términos de solidez con la actitud del actual presidente Vicente Fox. Salinas habla y actúa como un político de tiempo completo. Fox es un aficionado que casi al final de su mandato se ha dado cuenta de que “es más fácil vender Coca-Cola que dirigir un país”. El priísta dice pensar “en la siguiente generación” (es decir, espera seguir ad infinitum en la política nacional) y ofrece debatir “las ideas” (es decir, quiere seguir marcando el ritmo, los temas y la priorización de la agenda pública).

El tercer punto es que –desafortunadamente—no ha surgido un personaje con el poder y el carisma de Salinas. Repito, con esto no estoy haciendo ni una reverencia ni una apología del ex presidente más repudiado de la historia contemporánea (un mérito difícil de lograr, sin duda). Me refiero a que la clase política mexicana no ha mostrado signos de estar a la altura de los tiempos, dando como resultado que sean pocos los personajes públicos actuales que logren reunir tal cantidad de afectos y animadversiones por su probada capacidad (para el bien o para el mal, no importa). ¿Quiénes de los actuales contendientes a las presidenciales poseen tal destreza para manejar los medios, los tiempos y las imágenes? Quizás López Obrador, un poco más atrás Madrazo, pero ninguno alcanzaría todavía dichos niveles.

Al parecer habrá que ir acostumbrándose a la presencia del Sr. Salinas. Su proposición de ser alfaguara de conocimiento para cualquier tema que se desee abordar hace prever que será un actor fundamental en los próximos comicios. La culpa no es toda atribuible a él. A final de cuentas se trata de uno más de los personajes que el gobierno del “cambio” no quiso llamar a cuentas por su proceder público pasado y, ahora, deberá aprender a convivir con él.

En otro tema, un asunto esperanzador. La selección de fútbol infantil se ha clasificado a la final del torneo mundial en el que está participando. ¿En qué sentido esto es promisorio? En que a pesar de provenir de un ejemplo burdo, en este caso el fútbol, este hecho da señales sobre el cambio generacional que está experimentado el país.

Estos chicos no sólo han demostrado tener mejores cualidades en el campo de juego. Al escucharlos hablar, al observar su comportamiento, al notar su semblante algo se puede aventurar a concluir: poco a poco estamos dejando atrás la figura del mexicano que, sistemáticamente, siempre ganaba en los chistes, pero cuya vida cotidiana era un catálogo de desgracias y sinsabores. Es decir, esta nueva camada refleja que el derrotismo, el conformismo y la abulia se están superando, quizás no con la rapidez deseada, pero se están dejando atrás. Reitero, en este caso la evidencia se toma de un equipo deportivo. Sin embargo, quienes hayan convivido con esta generación venidera se darán cuenta de que hablan diferente, poseen esquemas mentales distintos y, en general, muestran un nuevo comportamiento.

Los cambios culturales son los más lentos en cualquier sociedad. A diferencia de las leyes, los hábitos y las costumbres no pueden modificarse de tajo por el mandato de algunos. Las reglas no escritas o informales trascienden el tiempo. Esperemos que este fenómeno pueda contagiar a muchos y ser el indicador de que algo mejor está por suceder en el mediano plazo.


El Guardián, octubre 1, 2005.

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