jueves, octubre 11, 2007

Urgencias

El pasado sábado El Guardián publicó en su nota principal la negativa del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Huauchinango a atender en el servicio de urgencias a una persona que presentaba un cuadro de intoxicación. De acuerdo al reporte de Heriberto Hernández, los hechos ocurrieron a las 23 horas del domingo 2 de diciembre cuando una integrante de la familia Muñoz acudió al área correspondiente para recibir el servicio. La respuesta que obtuvieron por parte de un trabajador de la clínica fue que "no había nadie quién los atendiera" (El Guardián, diciembre 9, 2006, pp y 3B).

Esta persona, quien solicitó al reportero discreción respecto a su identidad por "temor a represalias" , presentó al día siguiente una queja ante la Dirección de la Unidad Médica Familiar (UMF) del IMSS en Huauchinango. Ahí, el funcionario responsable les solicitó un escrito para dar seguimiento al asunto y, de acuerdo a la nota, les confió que "no es la primera vez que sucede el mismo caso en el hospital".

En efecto, no es la primera vez que ocurre tal situación. En octubre de 2005 estuve en contacto con la clínica referida con el fin de atender a un familiar enfermo. Los resultados fueron similares a los obtenidos por la familia Muñoz. A partir de ese hecho tuve la intención de describir en esta columna los avatares que un derechohabiente –y cualquier persona—debe sortear para recibir atención médica en el servicio de urgencias del IMSS local.

El texto quedó archivado ante lo que pensé fue estar en el momento equivocado en el lugar equivocado. Sin embargo, frente al recuerdo que me ha provocado la nota de El Guardián, a continuación reproduzco un fragmento del mismo.

"Supongamos que usted vive en Huauchinango o que, por alguna razón, está de visita en esta ciudad en un sábado común. Supongamos que de repente usted se siente mal o que ha sufrido algún accidente, por ejemplo, se ha torcido un pie, se ha atragantado con un trozo de comida o ha sufrido un traumatismo craneoencefálico. Desde lo más simple hasta lo más grave. Supongamos que es derechohabiente de la seguridad social de este país, es decir que usted, por el hecho de haber pagado puntualmente sus impuestos y sus cuotas, tiene el legítimo derecho de recibir atención médica en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Supongamos que usted no tiene los recursos para asistir a un servicio médico privado o, simple y sencillamente, no quiere hacerlo porque –piensa—para eso su patrón le aplica el descuento correspondiente en su recibo de nómina catorcenal.

Ante este escenario, lo previsible es que usted busque las instalaciones más cercanas del IMSS en la ciudad con el fin de ser auxiliado. Sin embargo, ¿qué puede usted mismo esperar si desafortunadamente se encuentra ante esta necesidad?

Dependiendo de la hora, usted puede encontrar que el servicio de urgencias no existe o no está disponible. Las políticas internas del IMSS (o sus peculiares carencias, no está del todo claro) han dispuesto que, a determinadas horas, no pueden o no deben existir emergencias médicas porque no se les va a atender. Así de simple. Este servicio no es continuo durante los fines de semana y sólo se otorga si usted ha tenido la buena fortuna de lesionarse o enfermarse cuando hay alguien de guardia.

Esto es interesante porque, con este hecho, el IMSS local ha revolucionado por completo el concepto de Urgencias: ahora ya no se trata de un departamento en el que se atiende a enfermos y heridos las 24 horas del día, que responde a su naturaleza de imprevisible e inesperado, sino que se rige única y exclusivamente por horarios predeterminados. ¿Las enfermedades y los accidentes deberán también adaptarse a esta nueva disposición espacio-temporal del azar?

Si a pesar de las dificultades usted obtiene el servicio, notará las peculiares instalaciones del IMSS local. Desde que tengo memoria, la UMF local ha estado montada en lo que antes fue un domicilio particular y que se adaptó para ejercer como tal. Por increíble que parezca, una ciudad con las dimensiones de Huauchinango no cuenta con un hospital de esta institución. Esto ha sucedido por años, como por años ha sido motivo de reclamo por parte de muchos huauchinanguenses que han analizado y padecido este fenómeno. El punto es que, en la actualidad, las únicas instalaciones disponibles son las de la calle Corregidora.

De esta forma, la UMF de Huauchinango ha sido más una sala de espera previa de todos aquellos pacientes que son canalizados a Puebla, Apizaco o Nuevo Necaxa.

¿Qué pasa con las personas ancianas que no pueden trasladarse por su propio pie a las clínicas foráneas? ¿Por qué una ciudad de las dimensiones e importancia de Huauchinango no posee un hospital regional? Un verdadero misterio".

Hasta aquí la cita.

Lo anterior debe interpretarse en su justa dimensión. No se trata de restar méritos a una institución definitiva en la vida de los mexicanos en términos de salud como lo ha sido el IMSS. Muchas personas le deben la vida o la de algún ser querido al Instituto. Pese a las limitaciones presupuestarias que ha experimentado, sería injusto y malagradecido no reconocer el papel vital –literalmente— que ha desempeñado en la sociedad mexicana contemporánea.

Aquí el asunto se enfoca en las peculiares condiciones que tiene el IMSS en Huauchinango. Es decir, en el lamentable hecho de que, a pesar de los años, no se cuenta con instalaciones y servicios acordes a las condiciones y necesidades de la población. Un ex domicilio particular no puede ser considerado, ni de lejos, suficiente para atender a los derechohabientes del Instituto en la ciudad. Es difícil hacerse a la idea de que el servicio de urgencias esté sujeto al azar y a la buena fortuna de las personas para encontrar personal disponible.

Por supuesto, existe el Hospital de Nuevo Necaxa como alternativa. Pero, quienes han experimentado una urgencia real, saben que los minutos que implica el trayecto hacia esa localidad son cuestión de vida o muerte.

Así las cosas, cada mes de julio, fecha en la que se conmemora un aniversario más de la elevación de Huauchinango al rango de ciudad me pregunto, ¿una verdadera ciudad no cuenta con instalaciones dignas del IMSS?


El Guardián, diciembre 16, 2006.

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