martes, octubre 09, 2007

Instantáneas de mayo

I. Viejas lobas de Marx

El que no enseña no vende. Viejo adagio clásico de la mercadotecnia. Lo saben los comerciantes, lo saben los anunciantes, lo saben los consumidores. Ahora también lo saben los políticos. Por ello, la mayoría de las nuevas estrategias de propaganda política se basan en ese principio. Adiós a las ideas y a las propuestas. Lo que vende es la imagen. Lo que se queda grabado en la mente de las personas es la publicidad.

Bajo esta lógica, los candidatos son productos y, como tales, deben estar respaldados por una fuerte estructura de marketing. Los expertos en el tema se reúnen en privado con los dirigentes partidistas y analizan a conciencia lo que van a promocionar. Él o ella –es decir, los que nos pretenden gobernar o representar—no se miden en términos de eficiencia o inteligencia. Lo que importa es que sean guapos, carismáticos, graciosos o, al menos, recordables.

En México ya también conocemos del tema. Algunos le han denominado la “norteamericanización” de la política nacional. De un tiempo a esta parte los partidos no suelen presentarnos a sus mejores hombres como candidatos. A los que, en teoría, volverían a colocar a esta actividad dentro del rango de las más nobles. En su lugar, nos dan lo que queremos. “A mi no me gusta ver gente fea en la televisión”, escuché hace unos días afirmar a una señora de clase media afuera de un hospital público. “Por eso, la verdad, qué bueno que ganó (Enrique) Peña Nieto”.

El asunto se ha ido instalando como otro de nuestros usos y costumbres. Tanto ha sido el embate de esta práctica que, hasta la izquierda mexicana, tan reacia a prestarse a estos juegos de oropel y lentejuela, también ha recurrido a este artilugio.

La edición del mes de mayo de la revista H, publicación dirigida básicamente al mercado metrosexual, ha presentado en sus páginas interiores a tres distinguidas militantes de las llamadas fuerzas progresistas de este país. El aspecto a notar es que lo han hecho en –digamos—atuendos diametralmente opuestos a los que han caracterizado al sector que dicen representar.

Así, vemos a Lorena Villavicencio, asambleísta del PRD en el Distrito Federal, Alejandra Barrales, candidata perredista a la delegación Benito Juárez, y Brenda Arenas, Secretaria de Desarrollo Social proveniente de Alternativa, con la firma intención de echar por tierra el prejuicio de que las mujeres políticas están peleadas con la belleza. Lejos parecen haber quedado los huaraches y los morrales de manta, los rudos pantalones de mezclilla combativa y el desprecio sistemático por el agua y el jabón. Algo que, al final del día, hasta los más acendrados “camaradas” agradecerán.

Sin embargo, algo queda flotando en el ambiente. A pesar de este loable esfuerzo, de esta búsqueda por romper inercias, nuestras políticas locales aún están muy lejos de ese otro ideal de la mujer política: la ex diputada italiana Cicciolina.

II. La máquina exportadora.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se afianza en dos posiciones por estos días. Por un lado, como el tercer lugar en las encuestas sobre preferencias electorales presidenciales. Por el otro, como el principal exportador de cuadros políticos de este país.

En efecto, si el PRI sigue por ese camino es probable que pronto sea la organización mexicana que más exporte sus recursos propios, aún por encima de la paraestatal PEMEX. El actual proceso electoral nos ha demostrado que ya no sólo el PRD se ha especializado en cachar a los miembros de ese partido súbitamente reconvertidos en su fe interna. Ahora también el PAN da muestras de estar dispuesto a realizar esta clase de ejercicios acrobáticos.

Estos hechos han venido a corroborar los pronósticos de diversos analistas políticos que, luego de la derrota electoral que sufrió el PRI en 2000, afirmaron categóricos que dicho partido estaba destinado a disgregarse. Diagnóstico acertado en lo general. Sólo que erraron en una ligera consideración: la mayoría apostó a la desaparición del mismo. Hasta hoy tal profecía no se ha cumplido: no sólo el PRI sigue vigente (es el instituto político con mayor presencia en los parlamentos, en las gubernaturas y en los ayuntamientos), sino que hasta se da hasta el lujo de ceder a sus cuadros a todos aquellos que lo necesiten.

Así, ahora podemos ver ex priístas en el PRD (partido que tuvo su origen, precisamente, de la escisión de la Corriente Democrática del PRI en 1987), ex priístas en el PAN (aunque menos, comienzan a experimentar las bondades de este fenómeno), ex priístas en el PT (una de las leyendas urbanas más socorridas ha sido la que afirma que este partido fue maquinado desde el poder), ex priístas en Convergencia (como en La divina comedia, con Dante a la cabeza), ex priístas en el Verde (de hecho, ambos forman una de las alianzas presidenciales) y ex priístas en Alternativa (la tercera versión de la nueva izquierda no está exenta del pecado original).

En este escenario, no sería extraño escuchar en unos meses o años que Emilio Chuayfett sea nominado candidato a las Cortes Generales representando a la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha por el Partido Popular, o bien, que el Partido Justicialista de Argentina haya nominado en sus listas de alcaldes a Alfredo del Mazo, por decir algo. Quizás algún día José Murat sea llamado a formar parte de las filas del Politburó del Partido Comunista Chino.

III. Las declaraciones del año.

Uno pensaría que una declaración como la que anexo a continuación no tendría rival para estar nominada en la terna de las más memorables de 2006: “No vas a perseguir delincuentes con una Constitución en la mano...” (Humberto Benítez Treviño, Secretario General de Gobierno del Estado de México).

Sin embargo, la capacidad de creación mexicana no conoce fronteras. Unos instantes después de haber consignado esa sentencia ha llegado otra que la supera o, al menos, que le hace frente de tú a tú: “Pues bueno, ¿a qué hora empezamos a construir el nuevo aeropuerto?” (uno de los policías que tomaron el control en San Salvador Atenco, Estado de México).


El Guardián, mayo 13, 2006.

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