lunes, octubre 08, 2007

Tan lejos, tan cerca

Hace unos días pudimos observar por televisión el concierto organizado por Bob Geldof y Bono denominado Live 8, el cual tuvo como finalidad solicitar a los ocho países más ricos del orbe –más Rusia—la condonación de las deudas que poseen sus contrapartes más pobres. “No es caridad, se trata de justicia”, fue uno de los lemas utilizados para hacer conciencia sobre el carácter humanitario y urgente del acto.

Como preámbulo de las interpretaciones en las ocho ciudades donde se llevó a cabo el recital masivo, se presentaron diversos promocionales que daban testimonio sobre la dramática situación que se vive hoy día en los países endeudados. De todos ellos, uno llamó particularmente la atención. En él se veía a una mujer negra recolectando piedras entre la árida tierra de alguna región africana. Con un poco menos de polvo, la joven las depositaba en una olla con agua que se calentaba sobre una pequeña hoguera. Cerca de la rudimentaria estufa estaban sus hijos esperando el momento en el que la “comida” estuviera lista. Por supuesto, el alimento nunca llegó a la boca de los niños. El efecto visual del vapor provocado por las piedras en ebullición fue suficiente para hacer que estos se durmieran con la esperanza de tener algo que comer más tarde.

La secuencia provocó diversas reacciones. Las más comunes, el impacto y la compasión. Pobres africanos, comen piedras. Sin embargo, ¿en verdad esta situación será tan lejana a nosotros?, ¿sólo ocurrirá en África?, ¿somos ajenos a estos hechos en pleno inicio del siglo XXI?

Desafortunadamente, no del todo. Para corroborar lo anterior podemos recurrir al recientemente presentado Segundo Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este estudio ha arrojado datos que nos confirman las precarias condiciones de vida que aún persisten en el país. Al analizar los servicios de salud, el nivel de educación y los ingresos económicos (los tres indicadores que determinan el desarrollo humano) de los estados durante 2004, se ha concluido que Oaxaca y Chiapas se ubican entre los más bajos del mundo.

El municipio de Metlatónoc, Gro., además de ser el más pobre del país está catalogado como uno de los más rezagados del planeta. Vivir ahí equivale a hacerlo en Malawi o Mali, pequeñas naciones africanas que ocupan los puestos 163 y 164 (de 177) en la clasificación mundial del IDH. De cada 100 viviendas en ese lugar sólo 13 tienen servicio sanitario, 32 agua entubada y 33 energía eléctrica. La mayoría de su población es indígena y su principal actividad económica es la agricultura.

El Informe también ha descubierto que, en términos de ingresos, el municipio de Santa Catarina, Gto., es equivalente a lo que hoy se vive en Mozambique. Con respecto al grado de educación, el mencionado Metlatónoc, junto con Tehuipango, Ver., San Martín Peras, San Simón Zahuatlán y Coicoyán en el estado de Oaxaca, también se encuentran en los últimos lugares, al lado de Burkina Faso, Sierra Leona y Etiopía, países por los cuales abogaron Pink Floyd, Sir Paul McCartney y The Who, entre otros, en el pasado Live 8.

Estos datos son duros, pero aún pueden parecernos lejanos. ¿Dónde se encuentra Puebla dentro de la investigación del PNUD? De acuerdo con los resultados obtenidos, en el caso poblano el promedio de los tres indicadores se ubica por debajo de Jamaica, Macedonia y Kazajstán. De hecho, Bosnia-Herzegovina, ex integrante de Yugoslavia y hasta hace algunos años envuelta en un conflicto bélico interno, obtuvo una mejor clasificación en el Informe. El estado de Puebla se ubica como uno de los más desiguales de México. Junto con Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Veracruz es responsable de 40.3 por ciento de la desigualdad nacional en el IDH. Para ejemplificar lo anterior, entre los 15 municipios con menor índice de salud del país se encuentran Eloxochitlán, ubicado en la Sierra Negra, y Hueytlalpan, en la Sierra Norte.

Debe destacarse, por otra parte, que no todo lo reportado en el Informe ha sido negativo. Entre los aspectos rescatables encontramos que localidades como la delegación Benito Juárez en la Ciudad de México, así como el municipio de San Pedro Garza García, NL, poseen índices de desarrollo humano similares a los de Italia y Hong Kong. La capital de Hidalgo, Pachuca, posee niveles de salud comparables a los que existen en Luxemburgo. A nivel nacional, el IDH tuvo un repunte de 1.4 por ciento en educación y 1.77 por ciento en salud.

Sin embargo, el aspecto primordial que se desprende de esta clase de estudios es la extrema desigualdad que existe entre las regiones mexicanas. Es decir, el impactante contraste que se presenta entre estados y, de hecho, entre regiones y municipios colindantes. Esta es –quizás—nuestra principal diferencia con los países desarrollados: la enorme, a veces infranqueable brecha que separa a los que tienen casi todo y aquellos que, como la mujer africana del promocional, buscan en la nada algo que comer.

Esta es una responsabilidad tanto de las administraciones públicas como de la propia sociedad. A falta de un En Vivo 8 mexicano, no queda otro camino que voltear la vista hacia estos problemas y afrontarlos. Lo peor de la desigualdad no es el hecho de que exista, sino de que nos acostumbremos a ella.

El Guardián, julio 16, 2005.

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